Abraham Lincoln, ¿Era gay?

El dí­a de hoy se conmemora el natalicio de Abraham Lincoln quien dio un importante paso en la emancipación de los esclavos negros y parece ser el presidente más querido por la mayoría de los estadounidenses según múltiple encuestas. La llegada del afroamericano Barak Obama a la presidencia ha servido para engrandecer, aun más, la gesta del Presidente que entregó la vida por la causa que defendió.

Un reciente libro aporta importantes evidencias sobre la vida de Abraham Lincoln (1809-1865), el 16º presidente de Estados Unidos y uno de los héroes del Partido Republicano. El tema se reabre justo cuando los republicanos más conservadores han profundizado, en estos años, su guerra contra los matrimonios de personas del mismo sexo.

El mundo í­ntimo de Abraham Lincoln, escrito por el famoso sexólogo Clarence A. Tripp, aporta elementos referidos a la probable condición homosexual de Lincoln. No se trata de revelaciones totalmente nuevas. En efecto, las sospechas sobre el ví­nculo entre Lincoln y Joshua Speed, su amigo de la juventud, estuvieron presentes en las páginas de varios de sus biógrafos. Un ejemplo es el libro de Carl Sandburg (1926) que describí­a la relación como «una relación de puntos suaves como violetas de mayo».

En el nuevo libro de Tripp, gay y colaborador en el famoso Informe Kinsey, se muestra que la relación Lincoln-Speed fue una relación homosexual a partir de 1837 y que duró cuatro largos años. Aparecen también las cartas en las que ambos intercambiaron temores y consejos cuando Speed se trasladó a otra ciudad para casarse (Lincoln por su parte lo haría con Mary Todd, en una relación que siempre fue conflictiva).

Tripp, quien murió a los 83 años, dos semanas después de terminar su libro en el que trabajó durante 14 años, tiene en ese ví­nculo uno de los puntos fuertes de su ensayo. Pero no el único ciertamente. Cuando se convirtió en presidente de Estados Unidos, en 1861, Lincoln tuvo relaciones muy cercanas con varios hombres. Uno de ellos fue el joven coronel Elmer Ellsworth, a quien describó como «el más maravilloso jovencito que he conocido».

La obra se detiene especialmente en el romance de Lincoln con David Derickson, el jefe de su custodia, a partir de 1862. Derickson era más joven, apuesto y compartía su lecho en la residencia oficial de verano cuando la esposa del presidente Lincoln y madre de sus cuatro hijos, Mary Todd, no estaba. De esto han dado fe testigos de la época según distintos documentos mostrados por el libro

No están ausentes testimonios de otros autores: «Creo que Lincoln tuvo relaciones homosexuales con varios hombres, pero fue en una época antes de que la palabra homosexual se entendiera como algo definitorio», había dicho entrando en apreciaciones algo más sutiles Jean Baker, la autora de una biografí­a de Mary Todd.

Los conceptos de la madrastra de Lincoln también fueron usados para confirmar su orientación sexual. Sarah Bush de Lincoln habí­a dicho alguna vez que el muchacho «no era muy afecto a las mujeres», que se rodeaba de hombres e incluso que los asesores le inventaron un romance temprano con una chica para acallar rumores, etc.


La obra es discutida por quienes quieren ver a los próceres como encarnación de valores conservadores. Pero, como recordaba el «New York Times», la relación de Thomas Jefferson con una esclava negra fue

un tabú de la historia hasta hace sólo 30 añs, cuando por fin se documentó definitoriamente en una biografí­a. Pero, en el momento de su publicación, fue ridiculizada por múltiples historiadores. Años después, las pruebas genéticas demostraron que esa relacién no solo existió sino que dejó descendencia.

El libro es un baldazo de agua frí­a para aquellas cabezas recalentadas de homofobia. Pero Lincoln siempre serí recordado por su honestidad, compasión y fortaleza de espí­ritu. Es y será uno de los presidentes más respetados de Estados Unidos e í­cono mayor del abolicionismo. Además, un punto de reflexión para que personas conservadoras pero honestas evalúen en forma distinta la condición gay. Y para los gays, independientemente de su ideologí­a, un motivo de orgullo que muestra todo lo que se puede hacer cuando la persona se lo propone: Yes, we can.

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