Para el exterior, son hombres que llevan una vida tradicional con esposa e hijos en la gran mayorí­a de los casos. Pero en la intimidad, dejan de lado los prejuicios, la culpa y se animan a sacar del closet su costado femenino, disfrutan de ponerse lenceria, tacones, pintarse los labios, y, en especial, de sentir la sensación de unas medias de nylon sobre la piel. Eso sí, sólo por un rato. Pero esta práctica que a primera vista parece inentendible, de a poco se extiende en el resto del mundo y ya tiene nombre y apellido: crossdressing, es decir, cambiar de vestuario.

  
El Cross-dressing es el usar de la ropa. Ha sido utilizado para el disfraz, arte del funcionamiento y como trope literario en tiempos modernos y a través de la historia. Alguna gente conecta automáticamente el comportamiento cross-dressing con la identidad del transexual o el comportamiento homosexual, pero el el crossdressing se aplica para ambos sexos, pero es más frecuente en hombres.

Los cross-dressing no son travestis, ni homosexuales, son personas heterosexuales que tienen una vida normal, como cualquiera, con trabajo, familia, hijos, pero que a modo de fetichismo, u otras practicas sexuales, a ellos les gusta ponerse ropa de mujer y sentirse como tal, esto lo hacen solos, en la casa o en cualquier lugar donde puedan estar tranquilos.

Generalmente las personas catalogan esto como sucio, degenerado o parte de ser travesti y asociado a la prostitución, pero no es así­. En paí­ses desarrollados hay muchas organizaciones sobre este tema, en las que se juntan y ayudan entre ellos.

Aunque cuesta creerlo, hay muchas personas así, y sufren igual que los homosexuales, lesbinas, y travesti, porque no son aceptados, ni tienen un espacio para conversar del tema.

«No estas solo, hay muchos como tù»