Hablemos de abuso sexual

Trabajo corporal ayuda a recuperar el cuerpo.

Desde que nacemos solamente tenemos contactos corporales, a través de ellos nos orientamos en este mundo y aprendemos sobre nosotras mismas, sobre nuestras propias necesidades como sed y hambre, por ejemplo. También experimentamos con nuestros cuerpos las emociones que nos causan las personas que nos rodean: el cuerpo se siente feliz y relajado cuando nos brindan cariño y nos ofrecen apoyo, así el cuerpo aprende de confianza y de seguridad.

Con el abuso sexual en la niñez esta relación con nuestro cuerpo fue seriamente dañada, el cuerpo siente el peligro que representan las personas de su alrededor y busca un sinnúmero de mecanismos para ajustarse a su mundo. Todos los problemas corporales que presentamos las sobrevivientes a lo largo de nuestra vida tienen su origen en nuestra lucha para adaptarnos a nuestra realidad de abuso.

Aunque no tengo muchas memorias de mi niñez, yo recuerdo que desde muy pequeña nada me gustó de mi; ni mi pelo, ni mi cara, ni mi cuerpo. Me sentía fea, mis padres no me dijeron lo contrario, hasta la edad adulta me comí las uñas. Cuando empecé a tener busto caminaba en una postura como si cargaba con joroba, que a lo largo de los años me causó problemas en la espalda… Dormí por año y medio en un molde de yeso, sin que los problemas de la espalda se resolvieran. También recuerdo que no sentí dolor. Era un juego durante mi niñez lastimarme y jactarme con eso, me sentía heroica; nadie puso mente a este comportamiento.

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