«Recuerdo que ella era una chavala grande que siempre llegaba a buscarme para jugar con los otros chavalos, éramos tres» dos mujeres y un chavalo- pero a veces no estaba el chavalo; entonces ella decía que igual podíamos jugar «al papá y la mamá» y nos decía todo lo que teníamos que hacer frente a ella la otra chavala y yo, después ella nos tocaba también, «a veces solo estaba yo y lo hacía conmigo. Yo sentía que eso era malo, pero no podía decir no, porque entonces iba decirle a los otros chavalos que no se juntaran conmigo. Esto me pasó como tres años, cuando comenzó yo tenía como siete años y ella catorce».
Éste es el relato de una joven en la consulta; su relato no es muy diferente del que hacen otras mujeres sobre sus vivencias de abuso sexual por parte de mujeres. Las secuelas que se encuentran en ellas a partir del abuso sexual, también son muy similares a las que presentan niñas, niños y adolescentes cuando han vivido el horror del abuso por parte de un hombre.
Regularmente se asume que quienes abusan sexualmente son hombres, y aunque no puede decirse que hay tantas abusadoras sexuales como hombres, lo que debe afirmarse es que también hay mujeres que abusan sexualmente de niñaas, niños y adolescentes, que igual son personas cercanas, que se valen del afecto, la autoridad y la confianza para abusar.