Helen Clark: discurso en el Día Mundial de la Lucha contra el Sida

01-dic-2015

El sida sigue siendo un importante desafío mundial para la salud y el desarrollo. Desde su aparición como una de las enfermedades más brutales y debilitantes de la historia, ya se ha cobrado la vida de más de 34 millones de personas.

En la actualidad 36,9 millones de personas viven con el VIH y hubo 1,2 millones de muertes por enfermedades relacionadas con el sida y 2 millones de nuevas infecciones por el VIH solo en 2014. La devastación causada por enfermedades relacionadas con el sida es muy real, sobre todo en África subsahariana, donde vive la mayoría de los nuevos infectados por el VIH.

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) recientemente aprobados nos comprometen a acelerar el progreso para poner fin a la epidemia del sida antes de 2030. Cumplir esta aspiración exigirá ampliar y mejorar drásticamente el acceso al tratamiento del VIH, reducir el número de nuevas infecciones por el VIH y eliminar la discriminación relacionada con el VIH.

Al mismo tiempo, los ODS también brindan una oportunidad para abordar el VIH, la salud y el desarrollo de una manera más inclusiva e integrada que no deje a nadie rezagado. El objetivo de acabar con el sida como amenaza para la salud pública requerirá la reducción de las desigualdades y la exclusión, el empoderamiento de las mujeres y las niñas, y la creación de sociedades más inclusivas y pacíficas.

En este Día Mundial de la Lucha contra el Sida hay motivos de satisfacción. El mundo ha progresado enormemente: las nuevas infecciones por el VIH se han reducido el 35% desde 2000 y las muertes relacionadas con el sida han disminuido un 42% desde su valor máximo en 2004. Hoy, 15,8 millones de personas tienen acceso a terapia antirretroviral, que salva vidas, y 2,2 millones de ellas reciben apoyo de la alianza del Fondo Mundial y el PNUD.

No obstante, aún quedan importantes desafíos por delante. El sentido de urgencia y compromiso con los derechos humanos que impulsó el inicio de la respuesta debe aprovecharse. El sida es una enfermedad causada por la desigualdad, y las comunidades socialmente marginadas, como los hombres que tienen relaciones sexuales con otros hombres, los trabajadores sexuales, los consumidores de drogas inyectables y las personas transgénero, se ven afectadas de manera desproporcionada. Es fundamental hacer frente a la discriminación y derogar las leyes que castigan a estos grupos para permitir el acceso universal a los servicios sociales y de salud.

En este Día Mundial de Lucha contra el Sida, el mundo se encuentra en una coyuntura crítica. Ahora que poner fin al sida está a nuestro alcance, se nos abre una ventana de oportunidad. Debemos acelerar el ritmo en la última etapa de la respuesta a la enfermedad.

Si mantenemos el statu quo, el VIH seguirá superando la respuesta y no se alcanzará el objetivo de acabar con el sida como amenaza a la salud pública antes de 2030. Por otra parte, si derrotar al VIH sigue siendo una de las principales prioridades y si las respuestas y las políticas relacionadas con el VIH se formulan de manera holística y no discriminatoria y se coloca a los grupos marginados en el centro de nuestros esfuerzos, podremos alcanzar nuestro objetivo.

Ello realmente sería motivo de celebración.

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