El aparente apoyo masivo que cosechó Barack Obama al comienzo de su mandato se ha ido diluyendo. A ello ha contribuido su actitud respecto a la economÃa y la polÃtica exterior, pero, sobre todo, su postura en los asuntos relacionados con la defensa de la vida y de la familia.
Barack Hussein Obama llegó a la Casa Blanca con un aparente apoyo masivo. La toma de posesión como presidente de los Estados Unidos, en un despliegue de fuerzas mediáticas que le dieron al acto un áura de evento histórico, ciertamente fue un espectáculo polÃtico sin precedentes.
Una encuesta de HarrisInteractive mostraba, en febrero de 2009, que el señor Hussein Obama era más admirado que Jesucristo (quien ocupaba el segundo lugar de la encuesta realizada en la Unión Americana). La encuesta también reflejaba cierta actitud reverencial hacia el nuevo presidente y una percepción del mismo como remedio universal a los males de todo el mundo.
Sin embargo, conforme han ido pasando los meses, aquella fascinación ha venido a menos. En ello ha incidido notablemente la postura y manejo de Hussein Obama sobre temas nodales como la economÃa, la polÃtica externa del paÃs que gobierna y, decisivamente, la defensa de la vida y de la familia.
El primer acto como presidente fue firmar un decreto que posibilitaba la financiación del aborto (polÃtica Ciudad de México) y, semanas más tarde, acabó con las restricciones de fondos federales para la experimentación con células madre embrionarias, es decir, con células procedentes de seres humanos en sus primeras fases de desarrollo y cuyas vidas son desechadas después. La primera firma tenÃa lugar en el aniversario número XXXVI de la sentencia Roe vs. Wade, un fallo judicial que justificaba el aborto como una consecuencia del supuesto âderechoâ a la privacidad y a «decidir» de la mujer.
Barack Hussein Obama llegó a la Casa Blanca con un aparente apoyo masivo. La toma de posesión como presidente de los Estados Unidos, en un despliegue de fuerzas mediáticas que le dieron al acto un áura de evento histórico, ciertamente fue un espectáculo polÃtico sin precedentes.
Una encuesta de HarrisInteractive mostraba, en febrero de 2009, que el señor Hussein Obama era más admirado que Jesucristo (quien ocupaba el segundo lugar de la encuesta realizada en la Unión Americana). La encuesta también reflejaba cierta actitud reverencial hacia el nuevo presidente y una percepción del mismo como remedio universal a los males de todo el mundo.
Sin embargo, conforme han ido pasando los meses, aquella fascinación ha venido a menos. En ello ha incidido notablemente la postura y manejo de Hussein Obama sobre temas nodales como la economÃa, la polÃtica externa del paÃs que gobierna y, decisivamente, la defensa de la vida y de la familia.
El primer acto como presidente fue firmar un decreto que posibilitaba la financiación del aborto (polÃtica Ciudad de México) y, semanas más tarde, acabó con las restricciones de fondos federales para la experimentación con células madre embrionarias, es decir, con células procedentes de seres humanos en sus primeras fases de desarrollo y cuyas vidas son desechadas después. La primera firma tenÃa lugar en el aniversario número XXXVI de la sentencia Roe vs. Wade, un fallo judicial que justificaba el aborto como una consecuencia del supuesto âderechoâ a la privacidad y a «decidir» de la mujer.