Reclaman no discriminación y rango laboral

Se dice que es la profesión más antigua, sin embargo, gremialmente no tienen ningún derecho, más bien en la historia de la humanidad se les ha discriminado, condenado, rechazada por su propio género y hasta asesinado por el simple hecho de vender sus cuerpos.

Han sido llamadas desde cortesanas hasta meretriz, “mujer de la vida alegre” y hetaira, hasta adjetivos peyorativos como ramera y mujer descarriada o deshonesta, entre un centenar de palabras.

Ellas simplemente se denominan trabajadoras sexuales y en Nicaragua desde 2006 se comenzaron a organizar gremialmente.

Su objetivo es que se les trate como profesión y, al igual que cualquier otro trabajador, poder tener los derechos laborales. Actualmente el Código Penal no sanciona el sexo por remuneración entre personas adultas, lo que define como delito es la rufianería y la trata de personas.
Da la cara
“Mi nombre es María Elena Dávila y soy trabajadora sexual y pertenezco a la Red de Trabajadoras Sexuales de Nicaragua, Red Trasexnic, afiliadas a la Red de Trabajadoras Sexuales a Nivel Latinoamericano.

“En nuestro país existen la Asociación de Trabajadoras Sexuales ‘Girasoles’ de Nicaragua, de la cual soy presidenta”, nos expresó señalando que no le molestaba la publicación de su nombre o su imagen ya que no tenía de qué avergonzarse.

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