No hay sospechas: Gabriela Mistral mantuvo una relación amorosa con Doris Dana. ¿Ahora qué? ¿A releerla? CrÃticos y biógrafos discuten aquà si la vida Ãntima de la poeta importa en algo para leer su obra.
Ya se quedaba ciego. Le preparaban el baño por la mañana y lo vestÃan. Por la noche, Fani Uveda, su empleada por 30 años, le dejaba dos caramelos envueltos en un pañuelo perfumado. «Era como un chico», recordaba ella en El señor Borges, otro de los libro que hizo explotar de rabia a la viuda del escritor, MarÃa Kodama. HabÃa un par de infidencias a considerar -quizás el hombre jamás perdió la virginidad-, pero nada capaz de modificar la lectura de su obra. Otras revelaciones tienen efecto: después que se publicaran los Diarios de John Cheever, su infernal novela Falconer se descubrió autobiográfica. Y ha bastado una restringida mirada a los diarios de José Donoso para entender que la oscuridad de sus libros no eran pura ficción. ¿Y ahora qué con Gabriela Mistral? ¿Todas Ãbamos a ser reinas serÃa un poema lésbico?