30 años después el enemigo sigue siendo el mismo

Este 19 julio se cumplen 30 años de que el pueblo de Nicaragua derrocó a la dictadura somocista, a fin de vivir en libertad y con justicia social. Mujeres de todas las clases y edades nos involucramos en esta gesta nacional aspirando a la instauración de un régimen democrático e igualitario, viendo en la revolución no sólo el cauce de la emancipación nacional, sino de nuestra propia emancipación de la servidumbre de género.

Por eso es que las tempranas feministas del 79 vislumbramos en la revolución la posibilidad no sólo de un nuevo contrato social, que incluyera el reconocimiento de los derechos y la igualdad de las mujeres, sino de una fuerza política y un Estado que cumpliera las promesas enunciadas en el Programa Histórico del Frente Sandinista de transformar la condición femenina. 30 años después, bajo el segundo mandato del otrora dirigente revolucionario Daniel Ortega, constatamos la involución acelerada de los derechos conquistados a un altísimo costo y los anticipos de la instauración de una nueva dictadura familiar, que representa el retorno del somocismo disfrazado de “izquierda”. Que esto venga de la mano del FSLN es una cruel ironía histórica, pero que se pretenda además de que estamos en una “nueva etapa de la revolución” es, aparte de un disparate, una sangrienta burla dado que Ortega es uno de los principales artífices del fracaso de la revolución del 79.

Los derechos conquistados por las mujeres no fueron ninguna concesión graciosa de la revolución o de los dirigentes del FSLN. Fue el empuje y la masiva participación de las mujeres en todos los órdenes de la vida nacional y la demanda por sus derechos, que obligaron a su reconocimiento. Las mujeres contribuimos a echar los cimientos de la fundación democrática del país al lograr que se incorporara en la redacción de la Constitución derechos fundamentales como la igualdad absoluta e incondicional entre hombres y mujeres. El único aliado consistente que las mujeres encontramos en la dirigencia sandinista fue a Carlos Núñez Téllez, quien fue presidente de la Asamblea Nacional y quien supo entender las demandas de las mujeres, particularmente en relación a la laicidad del Estado y al derecho a la propia vida. Representa una verdadera traición a su legado y a las mujeres, el que haya sido su hermano, el actual Presidente de la Asamblea Nacional, quien facilitó a los grupos fundamentalistas la derogación del aborto terapéutico, derecho que ni el somocismo se atrevió a tocar.

Fue la impugnación de las mujeres al machismo prevaleciente en el Estado-partido del Frente Sandinista, la que los obligó a lanzar en 1987 la Proclama sobre la Mujer dado que denunciábamos la desigualdad política, laboral, social y se reclamaba la democratización en el país, en las organizaciones y en la casa, la sanción a la violencia sexual y la despenalización del aborto, que fue negado entonces por “razones de Estado”.

Fuimos las mujeres las primeras en demandar la libertad de organizarnos de manera autónoma y en el lapso transcurrido desde la caída de la revolución, el movimiento de mujeres fue el único que se expandió, diversificó y autonomizó, construyendo su propia agenda. Cualquier vínculo político que se pudo haber mantenido a partir del Programa Histórico del FSLN quedó definitivamente roto en 1998 cuando el hoy Presidente de Nicaragua fue denunciado por su hijastra por abuso sexual. Denuncia que en un dirigente menos cínico y más serio, hubiera provocado su renuncia al cargo de Secretario General de su partido. Si el FSLN hubiera sido a su vez una organización revolucionaria digna y coherente, lo hubiese retirado como candidato presidencial. La pérdida de legitimidad y credibilidad, llevó después a Ortega a establecer el corrupto pacto con Arnoldo Alemán, por medio del cual ambos se concedieron mutua impunidad por sus actos y se repartieron el poder. Después vino la claudicación del Estado laico, la penalización del aborto terapéutico, el amañado retorno al poder, el ataque a los derechos y libertades, y por último el descarado fraude electoral que violenta la soberanía popular y ha instalado usurpadores en las alcaldías.

El retorno de Ortega al poder se ha realizado a partir del engaño, la manipulación, el fraude, la corrupción y el abuso. Pero también por la confiscación de la gesta libertaria del pueblo, que representa un escarnio a Sandino y a los millares de nicaragüenses que murieron en ella. Por eso resulta contradictorio y patético que se reúnan en Nicaragua representantes de partidos de izquierda y dirigentes de movimientos sociales para celebrar el 30 aniversario de una revolución que no existe más que en la demagogia oficial y en la cabeza de la pareja presidencial. Pero además que consideren de “izquierda” a una fuerza que representa el retorno del más oscuro pasado somocista.

Ello indicaría que los integrantes del Foro de Sao Paulo están igualmente “desizquierdizados” y alejados de la ética política o bien, que son un grupo de crédulos que no han sabido leer las lecciones dejadas por la revolución sandinista por la cual persisten en lecturas maniqueas y trasnochadas de la realidad y ven en Ortega un santón de la revolución. La lista de agravios de la izquierda a las mujeres en América Latina es larga, tanto como la de la derecha, con la diferencia que esa nunca ha prometido igualdad o emancipación. Por eso, al cumplirse 30 años de intentar la utopía democrática, queremos hacer este ajuste de cuentas y de conciencia, ante la estafa política que representan.

La tragedia vivida por Nicaragua y nuestro aporte a la lucha por el cambio, nos autoriza a interpelar a quienes pervierten las justas aspiraciones de los pueblos a la libertad, la justicia social y la igualdad. Reafirmamos la indispensabilidad de la democracia como precondición del desarrollo y la inclusión, y por lo mismo, el reconocimiento al pluralismo político y a la diversidad de la sociedad. Rechazamos la persecución de quienes piensan distinto y las pretensiones de aniquilar a los adversarios políticos en nombre de la “lucha de clases”, que sólo ha servido para justificar una “acumulación primitiva de capital” y crear una nueva oligarquía “revolucionaria” para sustituir la vieja y para justificar todo tipo de arbitrariedades y abusos.

Por ello, denunciamos a este gobierno que usurpa y falsifica la gesta del pueblo de Nicaragua y reafirmamos que no claudicaremos en la lucha porque Nicaragua vuelva a ser república.

Managua, Nicaragua 17 de Julio 2009.

Democracia sí, dictadura no

Ni pactos, ni golpes, ni fraudes

No al Orteguismo

Movimiento Autónomo de Mujeres

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