Fátima Portorreal
El 17 de septiembre bien entrada la noche los /as asambleÃstas tomaron el despejado camino hacia el cielo, acompañados de fanfarrias y con mayorÃa aplastantes entonando un credo inmaculado, votaron a favor del artÃculo 30 en el que se debate el derecho a la vida desde la concepción hasta la muerte. ¡Qué sabidurÃa la del altÃsimo! apoyarse en un grupo de asambleÃstas dotados/as de todas las virtudes teologales y de una fe impecable para someter a las mujeres a la obediencia, las que en la alegorÃa cristiana representan la causa del pecado original.
El 17 de septiembre bien entrada la noche los /as asambleÃstas tomaron el despejado camino hacia el cielo, acompañados de fanfarrias y con mayorÃa aplastantes entonando un credo inmaculado, votaron a favor del artÃculo 30 en el que se debate el derecho a la vida desde la concepción hasta la muerte. ¡Qué sabidurÃa la del altÃsimo! apoyarse en un grupo de asambleÃstas dotados/as de todas las virtudes teologales y de una fe impecable para someter a las mujeres a la obediencia, las que en la alegorÃa cristiana representan la causa del pecado original.
Que interesante ver a nuestros/as asambleÃstas ataviados de una supuesta razón jurÃdica para justificar el retroceso constitucional basado en los actos y afecciones cristianas. Hoy presenciamos un Estado que se deshace de los carteles democráticos y de los derechos reproductivos de las mujeres. La disposición se sostiene en argumentos morales que menosprecian a las mujeres y en una doctrina de la huÃda.
Qué disposiciones morales puede argüir el gobierno de Leonel Fernández Reyna para explicarnos a las dominicanas sobre el retroceso constitucional que nos despoja de nuestros derechos reproductivos. Qué argumentaciones podrán justificar que la Constitución del 1916 diseñada por los ocupantes norteamericanos es más avanzada que la propuesta por su inmaculado gobierno. Acaso puede la moral aristotélica responder sobre los peligros que se cierne en las mujeres cuando se embarazan, ¿quién decide el Estado, la iglesia o la mujer?
En República Dominicana la nueva Constitución inaugura el temor que lo turba. Un escenario que toma el cuerpo de las mujeres y lo convierte en un signo dedicado a conjurar la castración. Lo curioso de este significante es que los /as asambleÃstas lejos de estar relacionados con el ardoroso deseo de proteger la vida se acogen al miedo. Qué ironÃa, las próximas elecciones congresuales y municipales del 2010 son las que marcan las respetables creencias de los impugnables actos punitivos contra el cigoto. La consumación liquido todos los lÃmites y ya no hay dudas, la representación de los /as dominicanos/as quedo en manos de cobardes.