Los prelados renuncian a agitar, como en 1985, protestas en la calle
No deparará grandes sorpresas. Los prelados siguen pensando que el «aborto provocado es un crimen abominable; viola muy gravemente la dignidad de un ser humano inocente, quitándole la vida, y hiere la dignidad de quienes lo cometen». Pese a todo, la CEE descartó ayer amenazar con la excomunión al Gobierno y a los diputados que voten ese proyecto. «La pena de excomunión automática no cae sobre el legislador, sino sobre los que realizan el acto o son colaboradores directos», dijo su portavoz, Juan Antonio MartÃnez Camino.
La Conferencia Episcopal refrescó ayer la memoria de los periodistas ilustrándoles con lo que proclamaron cuando el Ejecutivo de Felipe González despenalizó el aborto en 1985, en medio de un agrio debate. Entonces sà hubo amenaza de excomunión, que el Vaticano descartó finalmente, además de manifestaciones en las calles, agitadas por los obispos. No se repetirán ahora. «La permisividad sobre el aborto» se ha ido extendiendo poco a poco en muchas sociedades, y la Iglesia católica se siente ya incapaz de afrontar esa riada, pese al apoyo de las muchas organizaciones que la respaldan en el combate.
Lo reconoció MartÃnez Camino cuando se le recordó ayer que, en cambio, sà habÃan salido a la calle, liderados por el cardenal de Madrid, Antonio MarÃa Rouco, para protestar contra el reconocimiento legal del matrimonio entre personas del mismo sexo. Si esta legalización fue «lo más grave» que le ha ocurrido a la Iglesia católica en dos mil años, lo del aborto «es uno de los dramas mayores del siglo XX», insiste el portavoz episcopal.
«Ninguna circunstancia, por dramática que sea, puede justificar el aborto provocado. No se soluciona una situación difÃcil con la comisión de un crimen. Hemos de reaccionar frente a la propaganda que nos presenta el aborto como una intervención quirúrgica o farmacológica más, higiénica y segura; o como una mera interrupción de un embarazo no deseado, cuya ejecución legal constituirÃa una conquista de libertad que permitirÃa el ejercicio de un supuesto derecho a la autodeterminación por parte de la mujer. Estas falsas argumentaciones nunca podrán ocultar la cruda realidad del aborto procurado, que constituye siempre un detestable acto de violencia que elimina la vida de un ser humano», recuerdan los obispos.