Traducido por: Ximena Salazar
Los historiadores del matrimonio entre personas del mismo sexo ponen mucho cuidado, al colocar el debate sobre su legalidad en un marco histórico determinado. Durante aproximadamente 40 años de tensión creciente alrededor de la cuestión cultural, este debate ha tomado, en años recientes, una afilada dimensión política. Esta cuestión no ha sido fácil de dilucidar, ya que es bastante complicado interpretarla, mediante razonamientos estándar, tanto sociales, como individuales. El marco histórico alrededor del debate apuntala a ambas formas de interpretación; desde aquellas basadas en textos religiosos, hasta aquellas provenientes de las leyes. Desafortunadamente, el debate no ha sido, en la mayoría de los casos, un debate civil; y aquellos sujetos implicados en éste, han sufrido tanto violencia física y emocional (y un sistema de protección desigual) desde el momento en que sus sociedades comenzaron a buscar respuestas a esta cuestión. Aunque la represión no ha sido la única expresión en la historia de los derechos gay y el matrimonio igualitario, tampoco ha sido la única alternativa. A lo largo de la historia, las relaciones entre personas del mismo sexo han disfrutado de una relativa libertad en diversos lugares y épocas.
Relaciones entre personas del mismo sexo en civilizaciones tempranas
Existe evidencia de que los matrimonios del mismo sexo fueron tolerados en algunas partes de Mesopotamia y Egipto antiguo. Artefactos provenientes de Egipto, por ejemplo, muestran que las relaciones entre personas del mismo sexo, no solamente existían, sino que estas uniones eran reconocidas por el reino, por ejemplo el descubrimiento de una tumba faraónica construida para una pareja del mismo sexo. Mientras tanto relatos de la partida de los Israelitas a Canaan incluyeron la condena hacia los egipcios justamente por aceptar prácticas maritales entre personas del mismo sexo; estas prácticas son actualmente menos conocidas en Egipto, comparadas con Mesopotamia, donde existen documentos de una variedad de prácticas que incluían amantes (varones) de los reyes; además de la poliandria.
Ninguna de las leyes grabadas de Mesopotamia, incluyendo el Código de Hammurabi, contiene restricciones contra las uniones entre personas del mismo sexo, pese al hecho de que los matrimonios estaban bastante bien regulados [1].
En la antigüedad clásica en el mundo Occidental son citados frecuentemente ejemplos de amor y relaciones entre personas del mismo sexo, sin embargo los conceptos de homosexualidad y heterosexualidad no existían con las mismas características de hoy en día. Por ejemplo en el Symposium (El Banquete) de Platón, se describen, para la antigua Grecia, formas de atracción homosexual y de relaciones entre personas del mismo sexo sin condenarlas. Otros autores apuntan a los ejemplos de la interacción entre personas del mismo sexo en la obra de arte griego como una prueba más de su condición de igualdad dentro de la sociedad. Se trataba de una forma de estado individual, de suma importancia para la libertad de expresión amorosa.
Por otro lado varones de más edad, a partir de los 20 y 30 años, actuaban como mentores de varones más jóvenes que aún no llegaban a la edad adulta. La relación consistía en un ritual de cortejo normalizado. En Grecia la atracción masculina entre hombres era generalmente considerada como un signo de masculinidad. Se sabe que las uniones del mismo sexo ocurrían, además de las que existían entre de sexos diferentes, tanto para hombres y mujeres, simultáneamente como un forma de aprendizaje entre profesor y alumno, fuera de su acuerdo heterosexual. Estas creencias no fueron universales en la antigua Grecia. Algunos Estados desaprobaban estos rituales y relaciones [2].
Las principales consideraciones para las relaciones entre personas del mismo sexo en la historia temprana, fueron a menudo el amor, la belleza y la excelencia de carácter y no el género. Había también una base cultural-religiosa para la práctica homosexual; registros de la mitología griega hablan de vínculos entre personas del mismo sexo, en dioses de alto rango como Zeus. Y los poemas épicos de Homero, la Ilíada y la Odisea, contienen pasajes poéticos que sugerían amor homo-erótico al oyente educado.
Pero la cultura experimentó una transición durante la cual las expresiones de amor homosexual pasaron de ser manifiestas a ser ocultas [3].
En relación a las costumbres sociales romanas éstas son bastante conocidas; donde las uniones del mismo sexo existían en las altas esferas de la sociedad; es decir entre los emperadores romanos. El estadista romano Ciceróndocumentó también los derechos legales de un individuo al interior de una unión entre personas del mismo sexo. No obstante las uniones entre mujeres parecen haber sido menos comunes, pero sólo porque las mujeres disfrutaban de menos libertad en sus actividades económicas y sociales [4].
Con el tiempo, Roma experimentó un camino similar al de Grecia entre la primera República y el Imperio y la actitud negativa hacia las uniones entre personas del mismo sexo y la sexualidad no procreativa aumentó con la aparición del cristianismo [5]. En el siglo IV, la ansiedad generalizada hacia las uniones del mismo sexo alcanza su mayor expresión cuando el Estado aprueba una ley que impuso un castigo a cualquier persona que registrara un matrimonio con una persona del mismo sexo [6].
Actitudes religiosas occidentales hacia la sexualidad en parejas del mismo sexo
Las actitudes bíblicas hacia la homosexualidad a menudo se reducen a la condena estricta, basada en pasajes interpretados a partir del libro del Génesis del Antiguo Testamento. Aunque algunos estudiosos sugieren que la descripción de las relaciones entre personas del mismo sexo como «contra natura» sólo significa «fuera de lo común» y no «inmorales» [7]. Capítulos de Levítico 18 y 20, sin embargo, parecen ser más claros en su sanción hacia los hombres homosexuales (junto con la condena de las mujeres adúlteras, el incesto y el sacrificio ritual de niños). En última instancia, la influencia del enfoque cristiano sobre la procreación como un elemento central para el matrimonio, se hizo evidente en el derecho romano durante el Bajo Imperio.
La sexualidad, en otras palabras, y no sólo la homosexualidad fue atacada por una creencia religiosa cada vez más común que afirmaba que el coito estaba destinado sólo para la reproducción. En última instancia, la excesiva indulgencia sexual, tanto dentro como fuera de los lazos matrimoniales, fue prohibido por el cristianismo, el judaísmo y el Islam, con condenas más severas para la homosexualidad, sobre todo masculina [8].
Uniones del mismo sexo en otros tiempos y lugares
La actitud de las religiones orientales hacia la homosexualidad ha sido variada, a pesar de que con frecuencia fue mucho más neutral a este respecto que sus contrapartes occidentales. Menos específicos en relación a las uniones entre personas del mismo sexo, muchos de los textos hacen una declaración en cuanto a su posición respecto a la conducta homosexual.
Los textos sagrados de la tradición hindú, los Vedas, no restringían la homosexualidad; sino más bien la conceptualizaban como una perversión. Relaciones entre diferentes razas fueron considerablemente más ofensivas en la tradición temprana. El Budismo japonés registraba una actitud más tolerante hacia la homosexualidad, en esencia, la elogiaba por su misterio [9]. Hoy en día, no existen limitaciones religiosas o políticas sobre el comportamiento homosexual en Japón; la sexualidad sigue siendo un asunto privado y consentido entre adultos; aunque tampoco existe aún un reconocimiento legal de las uniones homosexuales [10].
Más tarde, en Asia, los textos budistas, incluyendo a los del Tíbet, China y el subcontinente indio, se mostraron igualmente neutrales hacia el tema. Hoy en día, el amor romántico entre parejas del mismo sexo sigue siendo en gran parte opuesta a la norma política en la actual India, pero la tradición hindú prevé cierta libertad para estas uniones en comunidades devotas, donde los ancianos deciden oficialmente lo que constituye un matrimonio aceptable. En última instancia, el estado indio no proporciona el mismo conjunto de privilegios a las parejas del mismo sexo, debido a la presión de occidente; por lo que muchos de esos matrimonios simplemente no son reportados y permanecen ocultos dentro de su propia comunidad. Es así que las parejas del mismo sexo, por lo general, no son libres de casarse en la India [11].
El Confucianismoenfatizó enérgicamente la importancia de la familia y el linaje, pero no castigaba la homosexualidad tan severamente como el adulterio. «Siempre y cuando uno cumpliera con sus obligaciones familiares y sociales. Así el Confucianismo no le otorgó un reproche especial al comportamiento homosexual [12]. Por el contrario, en ocasiones se consideraban dotes o contratos, tanto para las mujeres, como para los hombres homosexuales. Aunque las fuentes históricas tradicionales en China tienden a no tomar en cuenta las prácticas que se apartaban de las formas sociales usuales, algunos investigadores han encontrado pruebas de una homosexualidad masculina institucionalizada a través de uniones y compañerismo en cuentos y obras teatrales que parecen representativos de una subcultura sexual más amplia [13].
La Conquista y Colonización europea ofrecen algunos de los mejores conocimientos para las prácticas maritales y sexuales de los pueblos indígenas de todo el mundo. Ejemplos de prácticas entre personas del mismo sexo, incluyendo uniones transgeneracionales, han surgido desde Nueva Guinea hasta la Polinesia (y también frecuentes en el Japón feudal). Los más numerosos relatos, se refieren a los encuentros europeos con personas transexuales en los pueblos indígenas, tanto en América del Norte, como en América del Sur.
El Berdache, originalmente un término despectivo, describe a transexuales como “pueblos de doble espíritu» predominante en la mayoría de las tribus de Norte América. Estas personas, tanto hombres como mujeres, asumieron características y roles del género opuesto y vivieron esos roles dentro de sus comunidades. Estas relaciones fueron fácilmente percibidas como «homosexuales» por los observadores externos; aunque es evidente que los lineamientos occidentales de la heterosexualidad y la homosexualidad no comprendían lo que sucedía dentro de estas sociedades tradicionales. Estos matrimonios del mismo sexo, tuvieron el reconocimiento cultural y legal de igualdad dentro de estas comunidades y ofrecían ventajas especiales para las parejas, sobre todo para las mujeres berdache [14].
Similares formas Berdache y matrimonios del mismo sexo también se encuentran entre las culturas de África; que incluían, además, una disposición conocida como «maridos femeninos». A menudo estériles, estas mujeres asumían los roles culturales de los hombres, que incluían tener los mismos derechos que los hombres, por ejemplo los daños y perjuicios si su esposa tenía, sin su consentimiento, relaciones fuera de su unión. La tradición Berdache del matrimonio entre personas del mismo sexo, en sus diferentes formas, se encuentra también documentada en Asia. Por ejemplo los Eunucos en China o las Hijras en la India [15].
Cristianismo, Tolerancia Social y Homosexualidad en el Occidente Pre-Moderno
El surgimiento del cristianismo y el dominio de la Iglesia en Europa Medieval fueron en gran medida perjudiciales para las relaciones entre personas del mismo sexo. Existe evidencia de que las relaciones entre estas personas disfrutaban de relativa libertad durante la Alta Edad Media. La ley secular europea fijaba sólo algunas limitaciones al comportamiento entre personas del mismo sexo, e incluso existe evidencia en la literatura sobre la permisividad entre los clérigos hacia la homosexualidad, especialmente dentro del propio clero [16].
En la práctica, la iglesia parecía ser tolerante con las uniones entre personas del mismo sexo y determinó algunas disposiciones para las ceremonias que conmemoraban la hermandad entre compañeros. Por otro lado, la iglesia parecía obligada a criticar las uniones no reproductivas; así mismo se evidencian problemas en la traducción e interpretación de los documentos y las ceremonias en la Alta Edad Media [17].
Fue en el siglo XIII, sin embargo, que las primeras leyes contra la sodomía emergieron y comenzaron a ser aplicadas. Durante los siguientes siglos en Occidente, todo tipo de comportamiento considerado anormal o artificial comenzó a ser condenado, causando un cambio con respecto a la creencia anterior de que las uniones del mismo sexo eran sólo «problemáticas», y se comenzó a considerar las uniones homosexuales como una grave amenaza para la sociedad y, al igual que los herejes, brujas, y judíos, los que practicaban estas uniones comenzaron a ser rechazados violentamente. Por otra parte, ya en el siglo XIX, la heterosexualidad pasó a ser entendida como la orientación sexual “normal”. Las desviaciones de la norma pasaron a ser concebidas como enfermedades que, de no tratarse, debían erradicarse. Como resultado, el matrimonio entre personas del mismo sexo fue prohibido, en gran medida, en todo Occidente. Mientras tanto, los misioneros de las iglesias occidentales, eliminaban, a la fuerza, las prácticas indígenas [18]. El máximo de la represión llegó durante el régimen nazi, donde los homosexuales figuraron entre las muchas víctimas clasificadas como de una “raza inferior” [19].
Etimología de «homosexualidad» y el matrimonio «gay»
Un buen ejemplo del tipo de teoría que se desarrolló en el continente europeo en el siglo XIX, provino del psicólogo húngaro nacido en Austria, Karl Benkert (más tarde transformado en Karoly Maria Kertbeny). A Kertbeny se le atribuye la invención del término «homosexualidad», pero lo más importante es que sugirió la creencia de que la homosexualidad era innata y constituía una de las cuatro divisiones sexuales naturales. Debido a que la homosexualidad era natural, las leyes en contra constituían violaciones fundamentales a los derechos humanos. Por supuesto, otros investigadores persistieron en creer que la homosexualidad era una enfermedad (con una conceptualización muy diferente a la de la «ley natural») y, como resultado, siguió aplicándose una cura, al mismo tiempo que se incorporaban más y más argumentos en contra de la homosexualidad en la ciencia y en la literatura occidental. En el siglo XX, la «cura» incluyó, por ejemplo, la terapia de electrochoque.
El término «homosexualidad» se utiliza a menudo en la explicación de la «orientación sexual» de una persona, con la intención de desafiar la creencia en la legitimidad moral de la heterosexualidad. Una encuesta realizada a cerca de 200 sociedades de todo el mundo a mediados de siglo pasado, mostró que más de dos tercios aceptaba en general las relaciones entre personas del mismo sexo, y que las líneas entre la heterosexualidad y la homosexualidad eran fluidas. Muchas de esas sociedades han permitido la unión entre personas del mismo sexo o el matrimonio en un grado variable.
El «gay», por su parte, ha estado en el idioma Inglés desde aproximadamente el siglo XIII, la palabra adquirió connotaciones sexuales en el siglo XVII. Su connotación original de «animado y alegre» podía aplicarse a la conducta sexual en general, no sólo a la conducta homosexual, lo que ocurrió hasta principios del siglo XX. Hoy en día se utiliza sólo para referirse a los hombres homosexuales y no en la forma despectiva como se usaba anteriormente. En el ámbito público, la terminología tiene un significado importante, sobre todo en el actual debate norteamericano, que persiste en relegar las relaciones homosexuales a una segunda clase.
Por otra parte, el reconocimiento de las «uniones de hecho», o uniones de individuos del mismo sexo, para permitir el acceso de estas parejas a los mismos beneficios culturales, ha comenzado a tomar fuerza en algunas partes de los Estados Unidos. La idea tiene precedentes en los países escandinavos. En 1989, Dinamarca fue el primer país en permitir legalmente las uniones del mismo sexo, acuñando el término «unión registrada» [20]. Siguieron Noruega, Suecia, los Países Bajos, y Bélgica. Los Países Bajos fueron los primeros en otorgar el mismo estatus a los matrimonios del mismo sexo que aquellos de sexo distinto. A partir del año 2005, España, Francia, Alemania y Canadá seguirían, en diversos grados, este reconocimiento.
Los disturbios de Stonewall
A medida que el movimiento de los derechos civiles sacudió Estados Unidos, a mediados del siglo XX, se dio inicio al movimiento por los derechos de los homosexuales. Fue, sin embargo, en 1969 que se produjo una serie de revueltas en el New York Stonewall Inn, que definió de manera efectiva y por primera vez, el movimiento moderno por los derechos de los homosexuales. Los líderes del movimiento homosexual se defendían de las redadas policiales de rutina, lo cual dio inicio al lanzamiento oficial de la aparición de una identidad gay nacional donde los individuos «salieron del armario y afirmaron [su] identidad de forma numerosa» [21]. Desde que la identidad emergente de las parejas formadas en comunidades gay apareció, éstas consideraron formar «matrimonios»; aunque esto se dio décadas antes de que cualquier Estado los reconociera legalmente, debido a la creencia generalizada (judeo -cristiana) de que la única forma legítima de matrimonio consistía en la unión «natural » entre un hombre y una mujer debido a su poder procreador.
Los estudios en relación a los «matrimonios» homosexuales durante los años sesenta y setenta mostraron abiertamente, tanto la longevidad y la estabilidad entre las parejas del mismo sexo, similares a las de sus contrapartes heterosexuales. Sin embargo, las parejas del mismo sexo finalmente fueron encadenadas a los prejuicios sociales, a las desventajas jurídicas y a la discriminación económica” [22]. El movimiento ha evolucionado desde la simple tolerancia hacia las uniones del mismo sexo, a la esperanza por el reconocimiento legal.
Texto tomado de: Random History and word origins For the Curious Mind
Posteado el 4 de febrero de 2011
Para conocer posiciones del debate sobre la Unión Civil entre personas del mismo sexo recomendamos leer los siguientes artículos:
http://elcomercio.pe/opinion/columnistas/…
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Notas
[1] Eskridge, William N., Jr. (1993). “Symposium on Sexual Orientation and the Law.” Virginia Law Review. Vol 79.7 (October): 1419-1513. Gay.dictionary.com. Accessed: December 29, 2010.
[2] Pickett, Brent. (2011). Homosexuality. The Stanford Encyclopedia of Philosophy. Spring Edition. Edward N. Zalta. Disponible en http://plato.stanford.edu/archives/….
[3] Wayne, Dynes & Donaldson, Stephen. (1992). Homosexuality in the Ancient World. New York: Garland.
[4] Eskridge, William N., Jr. Op. cit.
[5] Pickett, Brent. Op. cit.
[6] Eskridge, William N., Jr. Op. cit.
[7] Pickett, Brent. Op. cit.
[8] Ishay, Micheline R. (2004). The History of Human Rights: From Ancient Times to the Globalization Era. Berkeley: University of California Press.
[9] Ibid.
[10] McLelland, Mark. (2000). “Is There a Japanese ‘Gay Identity’?” Culture, Health & Sexuality. Vol 2.4 (October-December): 459-472.
[11] Vanita, Ruth. (2004). “‘Wedding of Two Souls’: Same-Sex Marriage and Hindu Traditions.”Journal of Feminist Studies in Religion. Vol 20.2 (Fall): 119-135.
[12] Ishay, Micheline R. Op. cit.
[13] Sullivan, Andrew. (1997). Same-Sex Marriage: Pro and Con. New York: Vintage Books.
[14] Rupp, Leila J. (2001). “Toward a Global History of Same-Sex Sexuality.” Journal of the History of Sexuality. Vol 10.2 (April): 287-302.
[15] Eskridge, William N., Jr. Op. cit.
[16] Pickett, Brent. Op. cit.
[17] Sullivan, Andrew. Op. cit.
[18] Eskridge, William N., Jr. Op. cit.
[19] Ishay, Micheline R. Op. cit.
[20] Andersson, Gunnar, et al. (2006). “The Demographics of Same-Sex Marriages in Norway and Sweden.” Demography. Vol. 43.1 (February): 79-98.
[21] Eskridge, William N., Jr. Op. cit.
[22] Ibid.